Estimadísimo lector inexistente, como seguramente ya lo sabrá, este fin de semana tuve el segundo encuentro con alguien a quien quise muchísimo (puedo decir sin exagerar que es a quien más he querido en mi vida). El sábado la vi y pasé momentos de gloria, me sentí cómodo en compañía de alguien (cosa que no había pasado en mucho tiempo) las cosas se sentían naturales y yo tenía esa sonrisa de tarado que prácticamente no desapareció de mi cara durante toda la fiesta. Incluso recibí comentarios como “No te reconozco cabrón, es la primera vez que te veo así de contento” o “¿qué haces hablando conmigo? vuelve con ella” No miento, estaba muy contento. Hmm, como que el mono este sí me da un aire Así que el sábado terminó cuando la llevé a su casa y acordamos volvernos a ver en algún momento de esta semana. Mi domingo se perdió entre limpiar casas, escuchar quejas de vecinos y hacer tarea, mucha tarea. El lunes llegó y yo seguía con la sonrisa de tarado (y ojeras de mapache por...